BARETO YA EXISTÍA,
NO LO HEMOS
INVENTADO.
ORIGEN EN LA
BARRA.
Bareto es puro Madrid; de origen castizo.
Se saborea el legado del que fue café de tertulia referente del modernismo madrileño del siglo XX. Nuestra barra era punto de reunión de Lorca, Neruda, Alberti o Miguel Hernández. Si la Generación del 27 ya transitaba asiduamente nuestra tasca, ¿cómo íbamos a cambiar su esencia?
El suelo: lleno de esas servilletas ‘que ensucian más que limpian”, palillos y vete a saber que más. La terraza, sin duda, la mejor de toda la ciudad. Y esto no es ninguna broma.
En Bareto no hay normas ni reglas.
Aquí se viene a no pensar y a venerar el disfrute.
Podrías encontrarte a un escritor buscando inspiración teniendo una charla con un taxista quemado del último atasco de su turno. O al típico guiri despistado, pero que sabe perfectamente donde va – Se lo ha contado la lonely planet. También a ese grupo de madrileños que necesitaba esa copa con amigos de afterwork y ‘ese sitio de Alcalá’ le pillaba cerca.
En Bareto se viene a soltar presión. A tomar esa cerveza bien fría cuando realmente aprietan esos 40 grados a la sombra tan madrileños. O ese caldo en temporada cuando hasta el frio corta.
Donde quedas a tomarte ese aperitivo rápido para abrir boca, y al final, se acaba pidiendo hasta postre.
En Bareto se intenta escuchar, pero a veces tienes que pedir que te lo repitan. Hay ruido; bastante ruido. Tanto, que ya ni lo oyes. Los camareros gritan y corren de un lado para otro – como en los buenos bares.
La comida es sencilla, pero esta realmente buena y llena el estómago. Sin complicaciones.
Es un sitio sin pretensiones al que no se va, sino que se vuelve.
Bareto es un homenaje al bar de toda la vida.
Nosotros no lo hemos inventado. Bareto ya existía.
De hecho, probablemente te suene de algo, o quizás de nada.
¿Pero, qué más da?
Anda, haznos un favor. Pídete algo y disfruta.
BARETO YA EXISTÍA,
NO LO HEMOS
INVENTADO.
ORIGEN EN
LA BARRA.
Bareto es puro Madrid; de origen castizo.
Se saborea el legado del que fue café de tertulia referente del modernismo madrileño del siglo XX. Nuestra barra era punto de reunión de Lorca, Neruda, Alberti o Miguel Hernández. Si la Generación del 27 ya transitaba asiduamente nuestra tasca, ¿cómo íbamos a cambiar su esencia?
El suelo: lleno de esas servilletas ‘que ensucian más que limpian”, palillos y vete a saber que más. La terraza, sin duda, la mejor de toda la ciudad. Y esto no es ninguna broma.
En Bareto no hay normas ni reglas.
Aquí se viene a no pensar y a venerar el disfrute.
Podrías encontrarte a un escritor buscando inspiración teniendo una charla con un taxista quemado del último atasco de su turno. O al típico guiri despistado, pero que sabe perfectamente donde va – Se lo ha contado la lonely planet. También a ese grupo de madrileños que necesitaba esa copa con amigos de afterwork y ‘ese sitio de Alcalá’ le pillaba cerca.
En Bareto se viene a soltar presión. A tomar esa cerveza bien fría cuando realmente aprietan esos 40 grados a la sombra tan madrileños. O ese caldo en temporada cuando hasta el frio corta.
Donde quedas a tomarte ese aperitivo rápido para abrir boca, y al final, se acaba pidiendo hasta postre.
En Bareto se intenta escuchar, pero a veces tienes que pedir que te lo repitan. Hay ruido; bastante ruido. Tanto, que ya ni lo oyes. Los camareros gritan y corren de un lado para otro – como en los buenos bares.
La comida es sencilla, pero esta realmente buena y llena el estómago. Sin complicaciones.
Es un sitio sin pretensiones al que no se va, sino que se vuelve.
Bareto es un homenaje al bar de toda la vida.
Nosotros no lo hemos inventado. Bareto ya existía.
De hecho, probablemente te suene de algo, o quizás de nada.
¿Pero, qué más da?
Anda, haznos un favor. Pídete algo y disfruta.
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